viernes, 18 de enero de 2013

DIOS CUIDA DE SUS HIJOS...


Don Pedro, un veterano y humilde cristiano, que vivía solo, se gozaba únicamente en la bendita compañía de su Salvador y Señor. Se las arreglaba solo percibiendo una modesta pensión ferroviaria. “¡Solo nunca!”, decía siempre don Pedro, “mi Señor está conmigo”. El puso a pruebas muchas veces las promesas de su Señor, y su sencilla fe nunca fue defraudada.

Un día se encontró en dificultades. El pago de la pensión se atrasó, ya no tenía nada de dinero y en casa no había nada para comer.

Como siempre, elevó a Dios su oración: “Señor, tú sabes que no tengo nada para comer hoy, y tengo hambre. Te ruego que escuches a tu hijo; tú nunca me has dejado. Dame lo que necesito. “Llegó la hora de almorzar. Don Pedro tendió su rústica mesa, se sentó, inclinó su cabeza y dio gracias a Dios por los alimentos. No había pronunciado el Amén cuando golpearon a su puerta. Era un vecino que traía una fuente de pescado cocido.

“No se ofenda, vecino, ayer fui a pescar y traje tanto a casa que nos ha sobrado, y mi señora me dijo: “Juan, lleva todo esto a don Pedro, puede ser que él lo necesite.” Don Pedro tomó la fuente y elevando sus ojos al cielo dijo: “¡Gracias, Señor!”. El vecino se fue pensando: “Qué atento está hoy don Pedro, siempre me llama Juan a secas, y hoy me trató de Señor”.

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