viernes, 2 de marzo de 2012

PUNTUALIDAD..


Dicen que la puntualidad es una virtud de pobres por que queda muy bien (luce, brilla) y no cuesta nada. A la vez un impuntual es impresentable y queda mal en todos sitios. Comenzar con una excusa es camino al fracaso.
La puntualidad es pensar en los demás, que me esperan, que son importantes y tienen otras cosas que hacer. La puntualidad es orden, dar valor al tiempo (y medir mis tareas y el esfuerzo que pongo en ellas para que no me falte diligencia ni haya distracciones). La puntualidad es conocimiento propio: administrar mis fuerzas, no admitir más tareas de las que pueda sacar adelante; aprender a mirar el reloj y a decir BASTA a la hora.
El ejemplo arrastra. El ejemplo de los que están arriba acaba siendo estímulo para todas las capas sociales. Una sociedad bien estimulada trabaja más y mejor. Son muchas las horas de trabajo que se ahorran si los líderes se afanan en ser puntuales.
He aquí una anécdota de la vida real.
El sábado 24 de junio de 1950 comienzó a jugarse la Cuarta Copa Mundial de Fútbol. Para dicha ocasión, como no podían ser menos, en la ciudad de Río de Janeiro se construyó simplemente el estadio más grande del mundo. Se le conocería con el nombre del río que transcurre justo enfrente: el Maracaná.
Los accesos del estadio no se habían terminado, pero igualmente, y bajo una pertinaz lluvia, el equipo local y México dieron inicio al torneo. El partido comenzó puntualmente aunque todavía el Presidente de la Nación no había llegado con su familia. El árbitro inglés George Reader acostumbraba en su país a comenzar siempre los encuentros con puntualidad. Luego explicó que la prensa extranjera y los reporteros de radio estaban sujetos a un horario y que debían pasar sus informes a periódicos y emisoras en un momento fijado.
Dos semanas después, cuando se disputó el encuentro decisivo frente a Uruguay, el Presidente, su familia y un montón de otros funcionarios estuvieron sentados en sus lugares veinte minutos antes del horario anunciado para el comienzo del partido.

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