sábado, 3 de marzo de 2012

FUNDACIÓN DE IGLESIAS POR LA GENERACIÓN DE EDAD MADURA



En vez de que aquellos que se van acercando a la jubilación dirijan sus ministerios holgadamente, deben aprovechar la oportunidad de fundar iglesias, de modo que terminen su carrera a la ofensiva antes que a la defensiva.
Por Earl Creps
“¿Por qué vas a renunciar a tu soñado trabajo?” fue la pregunta que hizo el psicólogo en nuestra entrevista con Misiones E.U.A. Yo había pasado más de seis años como director de estudios doctorales en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios. Él deseaba saber por qué yo consideraba renunciar a un puesto semejante por una nueva aventura: fundar una iglesia.
Aun cuando a diario hay gente que decide fundar nuevas iglesias, no es muy frecuente que lo hagan quienes han pasado de los cincuenta años y después de trabajar en la educación superior, una función que se considera como reservada para personas de edad más avanzada. Hasta el anuncio para la fundación de iglesias emitido por las Asambleas de Dios muestra a una atractiva pareja de unos veinticinco años, vestida en el estilo informal de los jóvenes adultos de la actualidad. Habiendo pastoreado ya tres iglesias, ¿no debería haber permanecido en el Seminario Teológico hasta jubilarme de mi soñado lugar de trabajo?
Hubiera respondido afirmativamente a no ser porque sentía el llamado de Dios para fundar una iglesia universitaria en Berkeley, California, una ciudad de cien mil habitantes, diez millas al norte de San Francisco. Esta localidad, donde está ubicada la Universidad de California en Berkeley, sería nuestro nuevo hogar y el sitio de una nueva iglesia para alcanzar a los californianos. Conforme iba creciendo en nosotros la visión por Berkeley, descubrimos algo: el llamamiento no está determinado por la edad. Aun cuando lo acostumbrado es que sean los jóvenes que fundan iglesias, Pedro cita al profeta Joel: “Vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños” (Hch 2:17).
Si la iglesia ha de alcanzar su potencial, necesita a toda su gente. El mundo sabe esto. El director ejecutivo de la General Motors, por ejemplo, tiene mi edad (55). ¿Pensamos acaso que una persona de cincuenta años es capaz de dirigir un gran conglomerado internacional, pero no creemos que alguien de esa misma edad tenga la capacidad de comenzar una nueva congregación? Tal vez hemos usado a los más jóvenes porque son los que manifiestan más disposición. Después de todo, ¿por qué una persona que tenga algo que perder se arriesgaría en una empresa tan incierta como la fundación de una iglesia? La experiencia indica que las personas mayores tienen potencial sin explotar en lo relacionado a comenzar obras, lo mismo que en una variedad de ministerios. El solo hecho de que uno tenga en su billetera una tarjeta de la AARP [Asociación Americana de Personas Jubiladas] no significa que carece de fuego en su corazón.
Este artículo explora el potencial como fundadores de iglesias de las personas que han pasado la mediana edad. Mientras hacía investigación sobre este asunto, me contacté con Ed Stetzer, un estratega misionero de la Convención Bautista del Sur, y le pregunté si alguien había celebrado un estudio sobre “fundadores” de edad algo avanzada. Su respuesta fue: “No sé de alguien que haya hecho una investigación como esa. Honestamente, creo que es algo para hombres jóvenes.”1 Su conclusión es irónica en una nación donde hay más gente mayor de sesenta y cinco años que gente menor de los dieciocho. El propósito de este artículo no es únicamente hacer un repaso de lo que se sabe acerca de los fundadores de iglesias que ya han pasado la edad mediana, sino también estimular a la generación de personas mayores de cincuenta años para que estén abiertas a esta opción.

Modelos de fundadores de iglesia que han pasado la mediana edad

El empresario: una persona mayor dirige la fundación de una iglesia como lo haría una persona más joven. Estos ejemplos existen, pero su número es reducido.
La familia: una persona joven funda una iglesia, pero sus padres se unen al esfuerzo, y con frecuencia se mudan a la nueva ciudad. He visto este modelo en varios lugares
El instructor: una persona mayor que ha fundado iglesias en sus años de juventud y que ahora trabaja en funciones de reclutamiento y de consejería, con frecuencia para un distrito u otra organización.
La generación de los mayores ha dado hermoso ejemplo con voluntarios como Richard y John, hermanos en Cristo de edad avanzada que construyeron los muebles de roble en mi oficina del Seminario Teológico de las Asambleas de Dios. En vez de que aquellos que se van acercando a la jubilación dirijan sus ministerios holgadamente, deben aprovechar la oportunidad de fundar iglesias, de modo que terminen su carrera a la ofensiva antes que a la defensiva.
Dan Estes, que dejó una iglesia establecida cuando estaba a mediados de los cincuenta, resumió algo de su motivación al declarar: “Yo tenía la sensación de haber llegado a ser el cuidador de un acuario antes que un pescador de hombres… No pienso en jubilarme y no tengo intención de ir a otra parte.”2 El primer paso en abrirse a esta posibilidad es oír de alguien que ya haya emprendido el camino.

LA EXPERIENCIA DE “FUNDADORES” DE EDAD MADURA

Cuando Janet, mi esposa, y yo decidimos abrir una nueva obra, tuvimos una curiosidad natural respecto de personas mayores que pudieran haber hecho lo mismo. Habíamos oído de unos pocos, pero no habíamos conocido a ninguno. De modo que puse en Facebook mi interés en conocer fundadores de iglesias de edad superior a la mediana. Recibí de inmediato varias respuestas. Me impresionó el hecho de que líderes de edad algo avanzada estuvieran usandoFacebook, pues por lo general está considerado como territorio de los adolescentes y de los que tienen poco más de veinte.
Prosiguiendo con estos contactos, hice tres preguntas a varios “fundadores” de más de cincuenta años de edad:
  1. ¿Cómo llegó a ser fundador de una iglesia?
  2. ¿En qué maneras su edad fue una ventaja?
  3. ¿En qué maneras su edad fue una desventaja?
Todas las personas a quienes envié las preguntas me respondieron y proveyeron respuestas bien pensadas.
Virgil, que había sido anteriormente pastor asociado en una iglesia en el Pacífico Noroeste, ofreció una respuesta típica cuando escribió: “Lo que me condujo a fundar una iglesia fue, por supuesto, una dirección bien definida de Jesucristo.” Confesó: “Nunca había pensado en ser fundador de iglesias; nunca me preparé para llegar a serlo.” No obstante, la nueva iglesia de Virgil ha experimentado un continuo crecimiento, llegando a tener una asistencia el domingo por la mañana de alrededor de ciento cincuenta personas. En manera no distinta de otros “fundadores” de su generación, a Virgil le sorprendió que le llegara el llamamiento para iniciar este ministerio.
Pedro tomó una clase en el seminario sobre fundación de iglesias y obtuvo mucho más que una educación. “Dios quebrantó mi corazón por los perdidos”, declara él. “Descubrí que era una de las mejores maneras de alcanzar a los perdidos, y que mi talento, experiencia, y pasión apuntaba en dirección de fundar iglesias.”
Respecto a ventajas de edad, Pedro declara: “Mi vida y experiencia de trabajo como director ejecutivo han sido tremendos puntos a favor, puesto que tengo las conexiones que he desarrollado durante años.” Él señala al hecho –aun cuando la edad puede ofrecer algunos problemas físicos– de que una persona mayor puede también tener características únicas, tales como experiencia profesional y una educación avanzada. Si la fundación de iglesias fuera únicamente un asunto de esfuerzo bruto, entonces sólo los jóvenes serían elegibles. Pero los que han iniciado nuevas congregaciones serían los primeros en decir que la experiencia y la sabiduría son tan importantes como el trabajo duro. La edad no necesariamente provee estos recursos, pero concede opciones que rara vez están a disposición en la juventud. Efectivamente, Larry, que ha fundado iglesias tanto en los Estados Unidos como en Europa, señala: “La edad es una gran ventaja, gracias a la experiencia en el pastorado, y el hecho de que nuestros hijos ya han crecido facilita el aspecto económico.”
Cuando pregunté a los fundadores de iglesias de edad avanzada cuáles eran las desventajas de la edad, Larry contestó: “La única desventaja es que hubiera deseado haber comenzado años antes, y estoy seguro de que algún día desearé haber tenido más tiempo de servicio.” Sin embargo, admitió que en algunos días él tenía “un poco menos de energía, y a veces bastante menos. No creo que la edad sea una desventaja, a menos que uno se sienta viejo en espíritu. Nos mantenemos ocupados en la educación, en lectura, en música, etc.” Larry y su esposa Mary son ejemplo vivo de las ventajas que los pastores de edad avanzada pueden significar para la fundación de iglesias.

LA VENTAJA DEL FUNDADOR DE IGLESIAS DE EDAD MADURA

La apertura al llamado de fundar iglesias comienza, no con la lectura de libros acerca de ello, sino con la aceptación de la edad como un don de Dios. El erudito R.C. Sproul reflexionó sobre este principio en su ministerio: “La última vez que pasé de una década a otra en mi proceso de envejecimiento, Dios fue lo suficientemente bueno como para concederme esta pequeña porción de sabiduría: la Biblia honra la edad, no la juventud. Llegué a entender que la desaparición de mi juventud era algo que Dios consideraba una buena cosa; y si yo era sabio, estaría de acuerdo con ello.”
Si aceptamos la edad como un don y no como una maldición, se abre todo un nuevo mundo de posibilidades. En lugar de pensar de nuestra edad como descalificadora, podemos considerar las maneras tan únicas en que ella nos prepara para el ministerio. Quizá no hagamos el ministerio como lo haría una persona joven, sin embargo nuestra contribución puede ser muy valiosa.
Considere por un momento algunas de las ventajas y el potencial que tiene la gente mayor en la experiencia de fundación de iglesias:
  • Los “fundadores” de mayor edad pueden avanzar más rápidamente en las redes sociales y ganar mayores contactos con personas de influencia en la comunidad, porque por lo general tienen más educación y experiencia. Janet y yo, por ejemplo, hemos obtenido doctorados que nos ayudarán a relacionarnos con la comunidad de California. Una persona más joven puede tener un título importante, pero la probabilidad es mucho menor.3
  • Los “fundadores” de mayor edad tendrán que estar buscando a su sucesor desde el comienzo. Debido a que el tiempo que nos resta en el ministerio es mucho menor, casi desde el primer día debemos procurar el desarrollo de líderes jóvenes para que nos sucedan.
  • Los “fundadores” de mayor edad tienen bastante experiencia del pasado como para entender su futuro. Hemos vivido lo suficiente como para tener una perspectiva de cómo se enlazan los elementos de nuestro pasado. Por ejemplo, nuestro trasfondo educacional que en algún tiempo nos dificultó la colocación en el ministerio, actualmente resulta ser la calificación ideal para fundar una iglesia en una ciudad universitaria.
  • Los “fundadores” de mayor edad se benefician de la energía de un nuevo desafío. La empresa de comenzar una nueva obra ha sido una renovación personal para nosotros, como si volviéramos a los días de nuestra juventud. También nos da un nuevo grupo de colegas: los otros fundadores de iglesias.
  • Los “fundadores” de mayor edad pueden tener el privilegio de sacrificar más. Para mudarnos a Berkeley hemos abandonado nuestras carreras profesionales, nuestros ingresos, y la única casa que jamás hemos construido. Estos sacrificios no son heroicos, son un honor.
  • Los “fundadores” de mayor edad tal vez tengan que aprender de nuevo a vivir por fe. Cuando tomamos nuestra decisión, Janet dijo: “Ahora tenemos que ser cristianos.” Lo que ella quiso decir es que andábamos por fe como no lo habíamos hecho desde nuestra juventud. Hemos vuelto a descubrir nuestra relación con Dios en la ausencia de estructuras institucionales.
  • Los “fundadores” de mayor edad pueden proyectar un ejemplo de mayor influencia. Nadie espera que alguien que tenga algo que perder intente fundar iglesias. De modo que los que lo hacen tendrán mayor influencia por medio del poder de su ejemplo.
  • Los “fundadores” de mayor edad tienen la oportunidad de redimir errores pasados. Si las cosas no han ido bien durante algunas etapas del ministerio (lo que es cierto de cada uno de nosotros), la fundación de una iglesia puede proveer una manera de terminar exitosamente la carrera.
  • Los “fundadores” de mayor edad tienen menos problemas de identidad o de desempeño. Como ya somos mayores, hemos tenido décadas para tratar asuntos relacionados con nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo. Espero que esto signifique que podamos dedicarnos de lleno al ministerio, y no hacerlo como un medio de tratar con nuestros problemas personales.
  • Los “fundadores” de mayor edad en vez de aconsejar pueden recibir consejo. Puesto que la mayoría de los que abren nuevas obras son jóvenes, los de mayor edad podemos aprovechar de la sabiduría y las experiencias de ellos para mejorar nuestro desempeño al establecer una nueva iglesia. Janet y yo hemos aprendido muchísimo de los jóvenes “fundadores” y seguimos entrevistándolos en cada oportunidad.
  • Los “fundadores” de mayor edad tienen menos probabilidad de causar daño colateral. Por lo general nuestros hijos ya han dejado el hogar y la aventura de abrir una nueva obra no pone en juego la vida de nuestros niños ni pone en riesgo el futuro de nuestra carrera (mayormente la carrera casi ha acabado).
  • Los “fundadores” de mayor edad han sobrevivido a más frustraciones. Janet y yo hemos descubierto que la habilidad sobreponernos a contratiempos es una característica clave del ministerio de comenzar una nueva obra. Después de años de trabajar en fundación de iglesias, Todd Hunter describe el cambio en su actitud: “La realidad atacaba mi ingenuidad.”,4 Los problemas que se presentan pueden abrumar tanto al líder como al ministerio. Hay que mirarlos en la cara y seguir adelante. Los líderes mayores han experimentado sus buenas porciones de desengaños y han aprendido mucho en el campo de la solución de problemas.
  • Los “fundadores” de mayor edad tienen experiencias de ministerio. He pastoreado tres iglesias, además de haber sido pastor asistente, consultor, y también escritor. Nada de esto lo prepara a uno para fundar una iglesia (si alguna vez alguien puede estar preparado); pero por haber pasado años en el liderazgo ministerial he desarrollado algunas habilidades y he aprendido a resolver conflictos. Tal vez parte de la tensión en la fundación de iglesias sea porque el “fundador” promedio nunca ha sido pastor titular. Efectivamente, Bob Franquiz, pastor de la Calvary Fellowship, recomienda a los jóvenes fundadores de iglesias: “Se sorprenderán de lo mucho que pueden aprender si dejan de hablar de su gran visión y escuchan a los fundadores de iglesias de mayor edad que han adquirido sabiduría a través de los años.”5
Nuestro traslado a Berkeley está basado en la suposición de que podemos sacar provecho de las ventajas de la generación que está a un paso de la jubilación. Sin embargo, la manera más obvia en la que los líderes de mayor edad pueden beneficiarse del proceso de establecer una iglesia es que habemos muchos de esa edad. Por el hecho de que la generación que nos sigue es una de las más pequeñas en historia reciente, los de edad mayor serán necesarios hasta que lleguen a la escena ochenta millones de obreros del siglo veintiuno. Nadie más está acudiendo.

NUEVA VENTANA DE OPORTUNIDAD

Mientras podamos mantener nuestro colesterol dentro de un nivel razonable, no hay razón para que la gente de edad mayor sea descalificada, o que estos se descalifiquen como líderes potenciales de fundación de iglesias. Esta apertura requerirá salir de la predecible senda de carrera ministerial, la que cuando avanzamos en edad tiende a gravitar hacia la búsqueda de seguridad, relegando la toma de riesgo a los jóvenes. Aunque los jóvenes pueden aceptar más riesgos, muchos que han pasado la edad mediana están descubriendo que una segunda ventana de aventuras espirituales se abre después de los cincuenta. Con los hijos ya casados, podemos hacer cosas que no eran posibles durante los años de la edad mediana, debido al compromiso de la crianza de los hijos, el pago de hipoteca, etc.
Lo que mi generación necesita es justamente aprovechar la ventaja de esta segunda ventana de oportunidad. Bobby Welch, presidente de la Convención Bautista del Sur, enmarca el asunto de esta manera: “Hay dos caminos para el mismo sueño… Un camino es transitado por la gente de mayor edad que ha llegado cerca del fin de su ministerio y que nunca llegó a donde su visión quería llevarlos. Se sienten frustrados y les parece que han fracasado. Están anhelosos de una oportunidad más para dar lo mejor que tienen en lo que queda de su vida. El otro camino es transitado por gente joven que busca algo a lo cual dedicarse por el resto de su vida. He aquí lo que yo digo: Hermanos mayores, no dejen su puesto; no nos abandonen, no ahora. Hermanos jóvenes, no den media vuelta ni escapen de nosotros, no ahora… debemos tener unidad de propósito para alcanzar a un mundo perdido.”6
Cada persona en cada generación tiene algo que contribuir a la misión de la iglesia. A nadie le hace bien limitar con barreras artificiales el potencial de cualquier grupo, para impedir así esa contribución. Pensar que los jóvenes son incapaces de dirigir es tan erróneo como definir a los de mayor edad como demasiado viejos para fundar una iglesia. Estos límites son culturales, no bíblicos. Las Escrituras nos llaman a movilizar a todo el pueblo para que esté abierto al llamado de Dios en cualquier forma que se presente, aunque no se ajuste a nuestros estereotipos culturales. Necesitamos a toda clase de fundadores de iglesias, llamados y calificados, que estén disponibles. Es probable que sean mayormente jóvenes, pero algunos de ellos tendrán que ser de mayor edad si hemos de formar las nuevas congregaciones que se necesitan para alcanzar a nuestras comunidades. El psicólogo que nos entrevistó estuvo de acuerdo con nosotros. Él también dejó su puesto académico, para trabajar en la fundación de una iglesia.
Earl Creps
Earl G. Creps, es líder de equipo en el proyecto de fundación de una iglesia en Berkeley y autor de Reverse Mentoring: How Young Leaders Can Transform the Church and Why We Should Let Them, publicado por Jossey-Bass/Leadership Network en 2008.

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