La semana pasada teníamos una consulta preventiva con el pediatra de mi hijo Uziel, a lo que aprovechando la visita habíamos programado una vacuna preventiva para mi pequeño de tres años y cuatro meses.
Personalmente ya lo he dicho en alguna vez: No soy amigo de las agujas ni nada parecido. Pero el hecho de saber que iban a vacunar a Uziel hacia que mi estomago tuviera una sensación rara, como que a mí era el que me iban a vacunar.
Toda la semana pase pensando en ese momento y cada vez que me lo imaginaba, pensaba en Uziel moviéndose para todos lados, llorando, mientras mi esposa y yo lo deteníamos para que el médico pudiera vacunarlo.
Llego el día tan esperado, saliendo de la oficina me dirigí hacia mi casa y en el camino no dejaba de pensar en el episodio que estaba a punto de vivir, se que suena dramático, pero para los que no somos muy amigos de las agujas saben de lo que estoy hablando, pero en el camino hacia mi casa deje de pensar un momento en el episodio que se avecinaba o en el dolor que mi hijo iba a sentir y me puse a pensar que pese al dolor y el mal momento que posiblemente íbamos a experimentar con él, era lo mejor, porque esa vacuna iba a prevenir una enfermedad futura.
Los que somos padres de pequeños, saben que preferiríamos que nos las pusieran a nosotros y que el efecto favorable fuera para ellos, y es que ver a tu pequeño llorar en ese momento conmueve, pero a pesar de todo, es lo mejor.
Pensando en eso Dios me llevo a imaginarme lo que él siente cada vez que nosotros vamos a pasar por episodios que a lo mejor serán muy dolorosos, me lo imagino esperando el día en el que ese suceso doloroso aparecerá en nuestra vida y en el cual quizá derramaremos lagrimas o sentiremos que dolió demasiado, sin embargo quizá sea lo mejor para nosotros.
A veces vemos nuestro bienestar desde el punto de vista nuestro, sin darnos cuenta que el que mejor sabe sobre nuestro bienestar es Dios mismo. Si Él quiere que ese día experimente eso que a lo mejor en su momento me dolerá, entonces él lo permitirá. Si, lo permitirá porque sabe que en ese momento es lo mejor, porque ese suceso o experiencia me ayudara en un futuro.
A veces Dios pareciera que se viste de médico, nos pone vacunas preventivas que duelen en su momento, pero que previene que en el futuro padezcas dolorosamente de más.
A veces he sentido como Dios me vacuna contra muchas cosas, me duele en su momento, no lo voy a negar y a veces pienso del ¿Por qué? De las cosas, sin percatarme que dentro de un tiempo me daré cuenta, no del porque, sino del ¿Para qué? De aquello que me toco experimentar.
Uziel fue más valiente de lo que me imagine, llegamos donde el médico, al principio muy tímido como es lo normal de un niño al ir al médico, pero con el tiempo fue avanzando permitió examinarlo sin ningún problema y a la hora de inyectarlo ni se movió, ni hizo ningún gesto de dolor, el doctor y la enfermera quedaron asombrados y no se diga Yamita y yo, no me quedo más que felicitar a mi pequeño por tanta valentía mostrada. Segundos después de colocarle la inyección, andaba corriendo de un lado al otro en el consultorio FELIZ. ¡Así es mi hijo!
Luego del momento, no pasaba de mi asombro y le pregunte al doctor del porque no se había movido, llorado o gritado, le pregunte si la inyección o la aguja no dolía, el me contesto literalmente esto: “No, lo que paso fue que se hizo el ambiente ideal”, refiriéndose a que Uziel estaba de lo más relajado y confiado estando Yamita y yo allí.
A veces el dolor aparece porque estamos más preocupados sobre lo que nos dolerá o las reacciones que tendremos, estamos tan tensos que una vacuna puede doler más de la cuenta.
Así mismo es en la vida espiritual, si estamos afanados, estresados, preocupados en extremo u otro síntoma que nos lleve a alejarnos de la paz y confianza que tenemos que tener en que Dios tiene el control de todo, entonces posiblemente dolerá más de la cuenta.
¿Qué tal si a pesar del episodio difícil que vamos o estamos experimentando, descansamos y confiamos en Él?, estoy seguro que Dios está allí mismo contigo, Él jamás te ha dejado o te dejara, tú confianza en Él fortalece la esperanza en que todo saldrá bien, de hecho Dios tiene un plan ideal para tu vida y dicho plan es hermoso y perfecto, quizá en su momento doloroso, pero al final todo será para tu bien.
“Haz el ambiente ideal”, no te quejes, no reproches, no pienses en lo doloroso que será o está siendo, simplemente relájate, descansa, confía, porque el que en Él confía, jamás será avergonzado, ¡Haz el ambiente ideal!
¡Quizá duela mucho, pero estoy seguro que es para tu bien!
“Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan”.
Romanos 8:28 (Traducción en lenguaje actual)
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