Varias niñas adolescentes decidieron formar un club de cosas
que no necesitas con el fin de recaudar dinero para misiones. Las chicas
decidieron añadir dinero al fondo a través de dar con sacrificio. La mayoría de
ellas eran de familias pudientes y con facilidad identificaron maneras de
contribuir.
Margie era diferente. Su familia tenía pocos bienes y casi
nada les sobraba, por lo tanto, fue difícil para ella identificar con qué
contribuir. Cierto día se arrodilló al pie de su cama y le pidió a Dios que le
mostrara algo que pudiese dar. Mientras oraba, su perrito mascota lamió sus
manos. De pronto recordó que el médico de la familia había ofrecido comprarlo.
Lágrimas brotaron de sus ojos mientras exclamaba:
- ¡Oh Lucero, no me imagino cómo sería tener que despedirme
de ti! -entonces pensó en el regalo que Dios le hizo al mundo.
-¡Lo haré! -dijo ella. Se dirigió hacia la casa del médico y
vendió a su perro por cincuenta dólares. Y aunque echaba de menos al perrito,
aun así estaba muy contenta.
Cuando el médico supo cuál fue la razón por la que Margie
vendió su perro, se lo devolvió con una nota amarrada al collar.
La nota decía: Anoche le entregué a Dios lo que sobraba de
mi desperdiciada vida. Me encantaría pertenecer a tu club.