Cuenta el evangelista Billy Graham, que cuando él estaba creciendo en Charlotte Carolina del Norte, había un hombre que tenía una tienda de venta de licores, un día recibió una llamada a la una de la madrugada de un borracho: “A qué hora abren ustedes? Le preguntó el borracho. “A las nueve de la mañana” le respondió ellicorero medio dormido. Y el borracho colgó. Hora y media más tarde recibe otra llamada de la misma persona con la misma pregunta. Esta vez el propietario le responde con disgusto y cuelga el teléfono. A las tres de la mañana, otra vez el borracho, la misma pregunta. Esta vez el hombre de negocios le dice: Escúcheme, si me deja dormir tranquilo le prometo que voy a abrir más temprano a las 8:00am para que usted pueda entrar. Hubo un silencio, y la voz le respondió del otro lado: “Yo no quiero entrar, quiero salir”
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