miércoles, 13 de febrero de 2013

AMOR ES SACRIFICIO...


Varias niñas adolescentes decidieron formar un club de cosas que no necesitas con el fin de recaudar dinero para misiones. Las chicas decidieron añadir dinero al fondo a través de dar con sacrificio. La mayoría de ellas eran de familias pudientes y con facilidad identificaron maneras de contribuir.
Margie era diferente. Su familia tenía pocos bienes y casi nada les sobraba, por lo tanto, fue difícil para ella identificar con qué contribuir. Cierto día se arrodilló al pie de su cama y le pidió a Dios que le mostrara algo que pudiese dar. Mientras oraba, su perrito mascota lamió sus manos. De pronto recordó que el médico de la familia había ofrecido comprarlo.
Lágrimas brotaron de sus ojos mientras exclamaba:
- ¡Oh Lucero, no me imagino cómo sería tener que despedirme de ti! -entonces pensó en el regalo que Dios le hizo al mundo.
-¡Lo haré! -dijo ella. Se dirigió hacia la casa del médico y vendió a su perro por cincuenta dólares. Y aunque echaba de menos al perrito, aun así estaba muy contenta.
Cuando el médico supo cuál fue la razón por la que Margie vendió su perro, se lo devolvió con una nota amarrada al collar.
La nota decía: Anoche le entregué a Dios lo que sobraba de mi desperdiciada vida. Me encantaría pertenecer a tu club.

EL PAÑUELO BLANCO...


Cuenta la historia, que en un hogar feliz, uno de los hijos decidió irse lejos y vivir su propia vida, abandonando injustamente su lugar e hiriendo el corazón de su padre quien le amaba. Allá vivió por algunos años hasta que el inesperado fracaso llegó. La enfermedad no deseada, las decisiones tomadas sin consejo, el orgullo, la vergüenza, la soledad… Escribió una carta, nada extensa pero clara y se la envió a su padre. La carta decía así; “Papá, estoy arrepentido y quiero volver a casa, el domingo tomaré el tren de la tarde que pasa por detrás de la casa. Desde la estación puedo ver el gran árbol de nueces que plantaste en el jardín. Si me aceptas sólo cuelga un pañuelo blanco en el árbol. Al verlo desde el tren, sabré que me has perdonado y que puedo volver a casa. De lo contrario, simplemente seguiré de largo sin bajar: Tu hijo”
 El domingo llegó. Aquel muchacho dudó en tomar el tren. Tanta vergüenza¸ tantas dudadas… pero subió. El corazón le latía cada vez más fuerte mientras se acercaba; aun no había llegado al andén cuando a lo lejos buscó aquel árbol. Su sorpresa fue grande cuando advirtió no había un pañuelo colgado de aquel nogal, sino miles. ¡Si! Todo el gran árbol estaba cubierto de pañuelos blancos como para que no le quedara duda alguna de que ya había perdonado. Con el rostro bañado en lágrimas, no pudo esperar a que el tren se detuviera y bajó apresuradamente las escaleras; corrió por el andén hasta encontrarse con su padre y se fundió en un abrazo de reconciliación.
 ¿Sabes? La gran noticia del Evangelio de Jesús es que Dios ya nos ha reconciliado en la Persona de Cristo y Su obra en la Cruz. Lo que le corresponde ahora al hombre es aceptar esa reconciliación. Dios te está esperando, bájate del tren en el que viajas por la vida y corre a Su encuentro. No te arrepentirás.

EL AMOR DE DIOS...

Spurgeon estuvo en cierta ocasión visitando a un amigo en el campo. Vio que sobre uno de los graneros había colocado una veleta con la inscripción ³Dios es Amor´ Entonces le preguntó si con ese texto quería decir que el amor de Dios era tan cambiante como el viento. El hombre le respondió que no, que lo que quería decir era que Dios es Amor siempre, no importa de dónde soplen los vientos

AMOR DE MADRE...


En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba.

Su mamá desde la casa miraba por la ventana, vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole, el niño se alarmó y viró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo más fuerte pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no lo abandonaba.

Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.

El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aun pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma un periodista le preguntó si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted debe ver son estas".  Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".

lunes, 4 de febrero de 2013

TODOS TE ESTÁN VIENDO...

El semáforo se puso amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil y, como era de esperar, hizo lo correcto: se detuvo en la línea de Paso para Los peatones, a pesar de que podría haber rebasado la luz roja, acelerando a través de la intersección. La mujer que estaba en el cochel detrás de él estaba furiosa. Le tocó la bocina por un largo rato e hizo comentarios negativos en alta voz, ya que por culpa suya no pudo avanzar a través de la intersección… y para colmo, se Le cayó el celular y se Le regó el maquillaje.

En medio de su pataleta, oyó que alguien Le tocaba el cristal del lado. Allí, parado junto a Ella, estaba un policía mirándola muy seriamente. El oficial Le ordenó salir de su coche con Las manos arriba, y la llevó a la comisaría donde la revisaron de arriba abajo, Le tomaron fotos, Las huellas dactilares y la pusieron en una celda.
Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta. La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo estaba esperando con sus efectos personales:

– “Señora, lamento mucho este error”, Le explicó el policía.

“Le mandé a bajar mientras usted se encontraba tocando bocina fuertemente, queriendo pasarle por encima al automóvil del frente, maldiciendo, gritando improperios y diciendo palabras soeces. Mientras la observaba, me percaté que su coche tiene en su bumper un sticker que dice ‘¿Qué haría Jesús en Mi lugar?’, su tablilla tiene un borde que dice ‘Yo escojo la Vida’, otro sticker que dice ‘Sígueme el Domingo a la Iglesia’ y, finalmente, el emblema cristiano del pez. Como es de esperarse, supuse que el coche era robado.”

Esta simpática historia muestra la importancia de ser coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos. Para ser cristiano no basta con ir a la Iglesia Los domingos o leer la Biblia de vez en cuando, porque el cristianismo es un estilo de vida: el estilo de vida de Jesús… Así que la próxima vez que vayas en el coche, o de compras al supermercado, o te encuentres atendiendo algún cliente, recuerda que el mundo te está mirando y espera ver a Jesús en ti.