lunes, 31 de octubre de 2011

EL PESO DE TU CRUZ

Un joven, ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando:
"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".
El Señor, como siempre, acudió y le contestó, "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".
El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo, e hizo lo que le había dicho.
Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba.
Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.
"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá".
Y el Señor contestó,
"Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás.
Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas.

lunes, 17 de octubre de 2011

EL VERDADERO AMOR DE PAREJA.


Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio.
Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando este se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:

"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto.
Cayo.
Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida.
Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas.

El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención.

De pronto pidio: "llévenme al cementerio". "Papá" respondimos " Son las 11
de la noche! No podemos ir al cementerio ahora!" Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos mas.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veiamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años...
saben?, Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es
compartir la vida con una mujer así".

Hizo una pausa y se limpió la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis. Cambio de empleo", continuó, "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegria de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores...

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y el nos consoló: "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor......
Dista mucho del romanticismo, no es solamente el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos
personas realmente comprometidas la una con la otra.

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor era algo que no conocian.

viernes, 14 de octubre de 2011

el halcón que no sabia volar.

El rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que al otro no sabía lo que le sucedía:
no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí.
El rey mandó llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió.
Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines.
Traedme al autor de ese milagro, dijo. Enseguida le presentaron a un campesino.
¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó: No fué difícil, su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dió cuenta que tenía alas y se largó a volar"



¿CUAL SERÁ TU RAMA? 

miércoles, 12 de octubre de 2011

EL CORAZÓN MÁS BONITO


Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y
proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la
comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos
admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no
se observaban en el ni máculas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que
hubieran visto. Al verse admirado el joven se sintió más
orgulloso aun, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón
más hermoso de todo el vasto lugar
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Por qué dices eso,
si tu corazón no es ni tan aproximadamente hermoso como el
mío!?!"
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del
viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba
cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban
trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no
encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes
y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares
con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la
gente se sobrecogió: “¿cómo puede él decir que su
corazón es más hermoso?", pensaron...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado
desgarbado, se echó a reír.
"Debes estar bromeando," dijo. "Compara tu corazón con el
mío..."
"El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de
cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto,
pero yo jamás me involucraría contigo.... Mira, cada
cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi
amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a
cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he
colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no
eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro,
porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos
compartido..
Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi
corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco
del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos... Dar amor es
arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me
producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los
sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día tal vez
regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.
¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus
mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su
hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su
vez arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho, y con
él tapó la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber
sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía
mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano
fluía en su interior.

lunes, 10 de octubre de 2011

EL CIRCULO DEL 99


Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo
sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a
traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones
de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud
para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar.
-Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?
-¿Qué secreto, Majestad?
-¿;Cuál es el secreto de tu alegría?
-No hay ningún secreto, Alteza !
-No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
-No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
-¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿por qué?
-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra
permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa
que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su
Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos
gustos, ¿cómo no estar feliz?
-Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-.
Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!!
-Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo,
pero no hay nada que yo esté ocultando...
-Vete, ¿vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba
feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las
sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su
conversación de la mañana.
-¿Por qué él es feliz?
-Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo..
-¿Fuera del círculo?
-Así es.
-¿Y eso es lo que lo hace feliz?
-No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
-A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
-Así es.
-¿Y cómo salió?
-¿Nunca entró?
-¿Qué circulo es ese?
-El círculo del 99.
-Verdaderamente, no te entiendo nada.
-La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
-¿Cómo?
-Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
-Eso, obliguémoslo a entrar.
-No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
-Entonces habrá que engañarlo.
-No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito, solito.
-¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-Si se dará cuenta.
-Entonces no entrará.
-No lo podrá evitar.
-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en
ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
-Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente
para poder entender la estructura del círculo?
-Sí
-Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de
cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
-¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
-Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
-Hasta la noche.
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron
hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje.
Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela,
el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este
tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no
cuentes a nadie cómo lo encontraste."

Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse.
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar
el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró
hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela.
Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa.
Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro!
El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una
montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz
de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de
monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una
pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y
mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60....hasta que formó la última pila: 9 monedas !!!
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.
"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y
confirmó que era más baja.
-Me robaron -gritó- me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas,
vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba.
Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le
recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99". "99 monedas. Es mucho
dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número
completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la
misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían
vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el
que se asomaban los dientes.
El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados
para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña.
Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.¿Cuánto tiempo
tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?
Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no
necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien
monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir
tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún
dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
"Doce años es mucho tiempo", pensó.
Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por
un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a
las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna
paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en
siete años reuniría el dinero.
Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba
de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho,
cuanto menos comieran, más comida habría para vender....
Vender....
Vender....
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más
de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de
sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99...
..Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como
se le ocurrieron aquella noche.
Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas,
refunfuñando de pocas pulgas.
-¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
-Nada me pasa, nada me pasa.
-Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
-Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su
juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.
No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

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Vos y yo y todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología:
Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede
gozar de lo que se tiene. Por lo tanto, nos enseñaron que la felicidad
deberá esperar a completar lo que falta....
Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se
puede gozar de la vida.
Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos
diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por
ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo
nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo
es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que seamos
estúpidos, para que jalemos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados.
Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga
igual....
eternamente igual!
....Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros
tal como están !?!?
 

jueves, 6 de octubre de 2011

EL QUE TIENE AL HIJO LO TIENE TODO.....


Hubo una vez una familia compuesta solamente por el padre y el hijo. El padre, un anciano famoso artista, que amaba a su hijo. Además se complacia en su hijo por el mismo hecho de ser un hijo ejemplar. Era un hogar lleno de amor, y de comprensión.
Entonces un día estalló la guerra. El joven fue llamado a defender su patria. El padre muy acongojado se despidió de su hijo entre lágrimas y besos ya que iba a una misión muy peligrosa, en la cual incluso podia perder la vida.
Una vez en el frente de batalla conoci{o a uno de sus camaradas. Le relataba cómo era su padre, cuán unidos eran, y cuánto amaba a su padre.
Un día llego lo inesperado, el joven quedó muy mal herido. Aún agonizando hablaba lo mucho que amaba a su padre, y lo orgulloso que se sentia de poder defender a su pais.
El joven murió, y su padre al recibir la noticia quedó muy desconsolado y triste, ya que su hijo había muerto por defender a su patria.
Pasó un tiempo y el joven que conoció en el campo de batalla, fue a visitar al padre del joven que habia muerto. Le contó que había conocido a su hijo y le recordaba lo mucho que le amaba. Le entregó una hoja de papel algo sucia. Habia un retrato de su hijo en él. El padre llorando le recibió, y el muchacho se fue dándole sus sentidos pésames.
Al pasar los años el anciano murió solo y triste, recordando al hijo que habia perdido, al que tanto amó.
Quedó todo lo material que poseia: sus riquezas económicas, sus bienes, cuadros, etc. Dejó claramente establecido que en cuanto dejara de existir, todo fuera llevado a remate público.
Se cumplió al pie de la letra. Había mucha expectativa por que había mucho por rematar. Empezò la subasta. El martillero sacó el cuadro que su camarada le habia entregado a su anciano padre. El mismo se encontraba algo arrugado y sucio con la imagen de su hijo al que tanto habia amado. Empezó ofreciendo la suma de 100,000 dolares. La gente se reía burlonamente, pues habia una cantidad muy grande de interesados por que habia pinturas muy valiosas, entre otras cosas. Pasaron alrededor de 30 minutos, y el martillero seguia ofreciendo el mismo retrato de su hijo amado y fallecido. Molestos los presentes pedian que se botara ese retrato y empezaran a rematar lo más valioso que habia dejado. Pasaron más de 2 horas, y nadie queria comprar el retrato, ya habia bajado el valor del mismo a 10,000 dólares. La gente seguia insistiendo en que dejara de lado ese retrato. Siguió pasando el tiempo y bajó el precio a 10 dólares. La gente muy molesta pidio que se rematara ese retrato al final de la subasta. Entonces, el jardinero del anciano, se acongojó y sintió tristeza por ese retrato que tanto habia amado su patrón. Entonces, ofreció la cantidad pedida de 10 dolares. El martillero comenzaba a gritar que si nadie ofrecia más. Los presentes estaban muy molestos y decian que de una vez se lo vendieran al jardinero. Se le entregó el retrato al jardinero, y el martillero explicó que se cerraba la subasta. La gente empezò a reclamar y a gritar de por qué se habia cerrado.
Entonces con voz entrecortada, explicó que al que compraba el retrato de su hijo amado, en el reverso del retrato recibia toda la herencia de todas sus riquezas.

Podemos entender que si recibimos a JESUCRISTO como nuestro Señor y Salvador, también heredaremos todas las riquezas de nuestro Padre Celestial.
Cuán grande es el amor de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, que aùn sin merecerlo tenemos ese privilegio hermoso de tenerlo como nuestro Padre.
 

martes, 4 de octubre de 2011

EL ALPINISTA

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo. Decidido a llegar a la cima, de pronto oscureció.

La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir... Sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... SI, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar:

"Ayúdame Dios mío..."

De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

"¿QUE QUIERES QUE HAGA?"

"Sálvame Dios mío".

"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"

"Por supuesto Señor"

"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...

Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...

¿Y tú? ¿Que tan confiado estás de tu cuerda?

¿Por qué no la sueltas?